viernes, 5 de julio de 2013

El beso de la mujer imaginaria.


Por Mrs. Pink
Algunas personas idealizamos determinadas señales al momento de la búsqueda del amor. A estas señales solemos adornarlas con moños del tamaño de un globo aerostático… Pero lo terrible del asunto es no ver más allá. Consideramos que la supuesta conquista está siendo efectiva, cuando ni siquiera hubo indicios como para determinar que alguna vez comenzó. Y aunque nos hayan rechazado abiertamente, como si fuéramos un pedazo de carne con un séquito de moscas del tamaño de unas pelotas de ping pong rondándonos los cabellos grasientos, creemos sentir el amor en el aire. Pero es mentira, sólo es una nueva fragancia de desodorante de ambiente que Poet lanzó al mercado. Este es un mecanismo de defensa que tiene nuestro cerebro para no provocar un corto circuito que colisione nuestro “sano” organismo, y no enterarnos de lo que realmente somos: SOMOS UN BAJÓN.
Estoy segurísima de que debe de haber unos cuantos/as narcisistas como yo, que sufren esta espantosa enfermedad, de la que más abajo hablaré, pero como no se dan cuenta lo pelota playeras que son, todavía están transitando esta espantosa ceguera. Voy a comentar lo que pasó la semana pasada, cuando muy infelizmente iba a rendir un examen. Permítanme entregarles una narración detallada y dulce de aquel día:
El lunes pasado repasaba en las escaleras externas a la facultad. Intentaba memorizar con esfuerzo unas fechas históricas que de todas maneras sabía que iba a olvidar al minuto y medio. Con una mirada fugaz localicé a “E” a la distancia, la chica de la facultad que me anestesia el corazón. Vi su pelo dorado centellear entre la multitud. Me morí. Mientras viajaba lentamente al paraíso, observé como “V”, su amigo gay, aparecía en el decorado y la abrazaba amistosamente. Al verlo, volví a pensar  en él, como el amigo gay que siempre quise tener y nunca encontré.
Caí a este mundo nuevamente: ellos dieron los primeros pasos hacia la escalera, y yo los seguí con mis colmillos expuestos, como una stalker en abstinencia de sangre de los colores del arco iris. “V”, muy caballerosamente le abrió la puerta a “E”, y la mantuvo para mí. Cuando avanzaba, noté que “V” me sonreía alegremente… como si supiera todos mis secretos. En ese momento creí leerle la mente:
-   Sé que sos gay. Sé que sos vos quién le envió una solicitud de amistad a “E”.  Sé que te morís de  amor y que en este momento estás media tarada.
 “V” había quedado unos metros atrás. Ella seguía en el hall, pude identificarla a lo lejos. Caminé por el pasillo de la entrada, espiando con un disimulo robótico cada uno de sus movimientos. Era tan obvia como estúpida. “E”  estaba esperando a que su amigo gay se acercara para que el ascensor los llevara al tercer piso. Preferí, como siempre, subir por las escaleras y mientras me acercaba a “E”, me concentré en programar mis pupilas para no alzar la mirada… no me contuve. Entonces, mis ojos se chocaron con los suyos por un tiempo indefinido. Se habían fugado todas las agujas de mi reloj. Quería hacerme pis encima. “E” volvió la mirada hacia el ascensor y luego hacia mí.  Me paralicé por completo. Ella aprovechó ese instante para acercarse ligera y muda, como una víbora pitón. Entonces me susurró:
-   ¿Sos vos la que me acecha vía Facebook?
La miré con los ojos muy abiertos y el pecho se me hinchó, por retener esa respiración infantil nerviosa. Tardé en contestar.
 -    No. A veces, más o menos.
“E” sonrió y dejó que me deslumbrara con sus piezas dentales blancas como perlas oceánicas.  Se acercó más, y cuando estuvo a tan sólo unos pocos centímetros de mí, trajo consigo una ráfaga penetrante de rosas y canela que me perforó el estomago como una ametralladora made in Corea. Eran mariposas multicolores que danzaban en una noche de carnaval. “E” humedeció sus labios rosas y dulces y se acercó hacia mí y…
....y nada de lo anteriormente narrado pasó. Sólo la primer parte. Si hubiera sido como conté, estaría equivocada de blog: esto es un bajón, y por lo tanto las historias reales, no terminan bien. “E” no se acercó. Precisamente esto es lo que mencionaba al principio. No hay nada más lamentable que vivir de estas putas ensoñaciones. Que me mirara "penetrantemente a los ojos", despertó en mí otra vez este estado esquizoide narcisista… Sería más sencillo decir que sólo se trata de una simple picazón en una axila después de una depilación intensa, pero lamentablemente no lo es. Es el famoso síndrome de "me-quiere-dar".
Este síndrome desubicado y mentiroso, suele despertarse con los supuestos detalles (subjetivos y positivos), que creemos recibir/percibir través del lenguaje corporal de la persona en cuestión, y es el responsable de plantarnos en los escenarios más fantochescos e irreales habidos y por haber, y convertirnos en falsos protagonistas de las situaciones más absurdas e imposibles. Sus malvadas distorsiones pueden llegar a hacerte sentir en principio, como una Cenicienta calzando zapatitos de cristal, y en un piquete de ojos como en una Cenicienta renga. Y lo peor de todo es que aquella persona que creés que te quiere dar, no te querría tocar ni con un puntero láser.